Creaciones

Índice

  1. Clap Clap... que me quieras (sólo para bailarines)(2010)
  2. Compañía (2010)
  3. El Príncipe. Un recital de danza (2008)
  4. Haga lo que haga (2007)
  5. La fruta bella (2006)
  6. La sed de Felipe (2004)
  7. Queja (2003)


La fruta bella (2006)

“Todas las cosas del mundo son frutas que requieren perpetuarse, desarrollar sus jugos físicos, su perla o pulpa cartesiana...
         Todas las cosas del mundo son frutas que requieren exactitud para no rodar y despellejarse. Pues hay un árbol central en quien las piensa, sostiene y acaricia. Pero al dormir o enloquecer, el árbol se perfuma de otro mundo”. 

Rafael Courtoisie.


Concepto y dirección:
Carolina Silveira y Richard Riveiro

En escena:
Leticia Falkin, Victoria Pin, Santiago Turenne, Felicia Damonte y Juan Noblía.

Creación sonora y musical:
Rodolfo Vidal y Patricio Pozo

Iluminación y objetos escenográficos:
Ivana Domínguez

Vestuario:
Rosario Bianchi, Carolina Trujillo y Valentina Kornhauser


  Una niña que sueña.
  Un poeta nocturno.
  Una novia abandonada en el lecho.
  Una puta llena de remordimientos.
  Un hombre versátil, capaz de cualquier cosa.
  Una pequeña cama abierta. Una manta digna de Penélope.
  Un ramo de tenedores. El filo de una cuchilla.
  Un crimen pasional podría tener lugar.
Y si te preguntaran por qué lo hiciste hablarías de tentación, de deseo, de deglución, de sabor, de belleza.

    Todas tus acciones te mueven a buscar la fruta bella que parece no estar en ningún lugar y sugerirse en todos.
    Arándonos, ciruelas, uvas, duraznos, peras, frutillas... yo soy la fruta bella.
    Un grupo de hombres comen hasta nunca saciarse, se convierten en la fruta que desearon, y se venden a bajo precio. Todos encuentran dueño menos el poeta que en su soledad inventa una escena de amor: encontrar a su media naranja y dedicarle una canción, invitarla a bailar en una pista vacía y hacer que irrumpan en ella otros personajes con sus propias fantasías.
    La niña se ofrece diciendo: "este pellejo no puede echarse a perder".
    La novia está embarazada y pare limones: los devora con felicidad.
    El hombre capaz de cualquier cosa quiere ser mujer.
    El poeta declara que las palabras están ebrias, y nos convida con ellas.
    El hombre capaz de cualquier cosa quiere ser como las uvas y deleitarnos... y deleitar al poeta.
    Todos se entregan al exceso que termina en fatiga.
    Sobrevendría la calma si lográramos detener a la puta pero su fuerza es ilimitada.
    Cada cual se prepara para la fiesta: un pequeño ritual íntimo prepara un ritual social.
    Cuando el vino se vuelve protagonista la fiesta se convierte en bacanal.
    La puta encarna la culpa, araña sus últimos remordimientos antes de dejarse morir.
    "Me pudro sonriendo" es la ley y cada cual la acepta como su destino.
    Nacer y morir.
    Renacer para morir.
    Morir con una flor en la boca.


La sed de Felipe (2004)

“Todo camino de ida es una ilusiónSólo es real el camino de vuelta.Porque al no ser posible regresar a nada,el camino de vuelta no es sino el camino de ida" Roberto Juarroz.

 

Creación y dirección:

Carolina Silveira


Danza e interpretación:

Mariana Marchesano, Florencia Lucas,
Juan Manuel Noblía, Patricia Mallarini.

Selección musical / trabajo vocal:     

Rodolfo Vidal


                 Música:                    
Percusión: Steve Reich
Silbidos: Rodolfo Vidal

 
La sed de Felipe está compuesta por una sola escena cuyo principio y fin tratan de ser evidentes desde un principio. Al reducir las expectativas del espectador en el nivel de la trama, intentamos enviar el foco al movimiento en sí mismo. Los cuatro personajes persiguen un mismo objetivo que es siempre visible aunque al final se transgreda la propia idea de final al permitir a los personajes satisfacer aparentemente el deseo que exponen sin que por ello se resuelva el conflicto dramático del modo que era previsible.
En cuanto al orden propuesto de los elementos, esta pieza responde enteramente al uso insistente de un solo recurso compositivo: la acumulación. Este recurso es apenas suspendido por instancias que hacen las veces de paréntesis de esa acumulación pero cuyo lenguaje guarda una estrecha relación con ella; instancias donde se le permite al espectador descansar de la visión de acciones que poseen una lógica consecutiva y cuyo objetivo último está a la vista desde un principio, para ofrecerle una mirada sobre el presente del cuerpo en movimiento, una etapa de posible resignación del deseo que sólo supondrá buscar aliento para seguir.
La búsqueda de lenguaje fue realizada a partir del estudio de imágenes cubistas y algunas consignas que los pintores de esta escuela trabajaban. Desde esta perspectiva, buscamos un tipo de movimiento donde se pudieran llevar a un mismo plano dos zonas del cuerpo que en general no pueden ser vistas al mismo tiempo desde un punto de vista fijo. Asociábamos este tipo de imagen a la idea de un deseo que habita todo el cuerpo a la vez y donde cada parte intenta arremeter hacia la meta que es su satisfacción.
La sed como imagen primaria nos develó enseguida sus ricas contradicciones: es un deseo que se aumenta en la medida que se hacen esfuerzos por calmarlo. Una persona a metros de un vaso y en dirección a él es la imagen que conforma la idea de la sed. Una persona que no detiene su movimiento durante veinte minutos es esa sed materializada, hecha cuerpo y aumentada. La deglución del vaso en vez de su contenido es la posibilidad de la calma echada a perder por la ansiedad de llegar al momento esperado. La espera es su contrario: una suma de esfuerzos.